6 de diciembre de 2017

Las Cuatros Verdades Nobles del Budismo





La base del budismo es, básicamente, un pequeño discurso que el Buda Sakyamuni enseña a sus primeros cinco discípulos. 
De forma resumida, justo antes de iluminarse Siddhartha se reune con cinco yogis para practicar una serie de ayunos que casi lo matan. 
Al darse cuenta que con eso no se liberaba, se planteó que el camino que llevaba realmente no le servía, por lo que comenzó a comer de nuevo. 
Eso hizo que los Yogis lo consideraran demasiado blando y se alejó de ellos; lo cuál muestra que aunque uno practique mucho, puede pifiarle mal, porque lo primero que hizo Siddhartha luego de eso fue iluminarse.

Tras su iluminación, Siddhartha se planteo el como enseñar algo que no puede articularse con el lenguaje; finalmente, decidió probar su método con los cinco yogis. Al verlo venir, estos yogis pensaron en ignorarlo, pero al verlo tan radiante, lo escucharon y al acabar el discurso, se iluminaron.

Para esto, el Buda plantea su método como un diagnóstico de una enfermedad; dice que la existencia está atravesada por estas verdades (hago una pequeña elaboración, mas allá de las formulación literal, para que sea entendible en castellano):

- La existencia está surcada por el sufrimiento
- El sufrimiento surge por el apego
- Existe un fin del sufrimiento
- El fin del sufrimiento es el noble óctuple sendero
- Empecemos por el principio. 
Buda sostiene que el sufrimiento subyace toda nuestra existencia. 
Puede ser claro (cuándo nos duele una muela) o sutil (cuándo no nos damos cuenta que nos dejó de doler) pero siempre el sufrimiento es una constante,aún cuándo sea solamente como referencia (el famoso “que no se corte” implica el sufrimiento de saber que, inevitablemente, se va a cortar).

Todo sufrimiento sigue, para el Buda, a un apego: se busca que una situación o se aleje o se mantenga estática. Las parejas que buscan que el amor del primer encuentro se mantengan están condenadas al fracaso: el amor, en cualquier caso, muta y crece, pero es imposible pensar en el otro de la misma forma que uno lo hizo cuándo lo conoció. 
Esa incertidumbre no es mejor o peor: pero el apego a la incertidumbre puede hacer que uno sufra.

Lo bueno, para el Buda, es que hay una forma de eliminar este sufrimiento surgido del deseo; una serie de prácticas morales, éticas e intelectuales que llamó el óctuple noble sendero. 
Y frente a ellas basó su camino (que veremos prontamente).

Pero lo importante es entender que este diagnóstico no es algo estático, tampoco. 
Una de las marcas de la existencia es la impermanencia; por lo que tenemos que intentar reconocer estas verdades siempre. Y por eso se dice que en el budismo es mas fácil practicar cuando uno está mal que cuándo uno está bien. Es mas fácil y menos doloroso reconocer que uno se equivocó sobre otra persona cuándo hace algo que no nos gusta que cuando hace algo que nos da placer. 
O pensar que ese placer es, necesariamente, efímero. 
Al hacer eso, podremos ver en nuestra mente la angustia que genera ese conocimiento; angustia que de a poco debemos volver conciente y trabajar.

Así dicho, suena que el budismo es peor que chupar un clavo; pero en realidad, en cuánto uno aprende a relajarse y dejar que la angustia fluya, es mucho, mucho mas fácil encarar el día a día. O por lo menos, uno no se angustia mas por estar angustiado. Y por lo menos por mi parte, se lo debo al gran Médico.


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