25 de abril de 2017

Ritual del Equinoccio de Primavera o Ritual de Ostara -


Ostara es una festividad celebrada durante el equinoccio de primavera, el día 21 de marzo. 
De acuerdo con la creencia wiccana, Ostara es la época en el que la Diosa despierta de su descanso, saliendo de su sueño y cubre la tierra de fertilidad.

Pasea por los verdes campos y se deleita en la abundancia de la naturaleza. En Ostara las horas del día y la noche son iguales, la luz está reemplazando a la oscuridad; la Diosa y el Dios incitan a las criaturas salvajes de la tierra para que se reproduzcan. 

El Dios y la Diosa vuelven a reinar juntos. La entrada de la primavera es el motivo de este ritual, el renacimiento de la naturaleza representado con el huevo. Pintar huevos, simboliza tu renacer y el de la naturaleza. Es el tiempo de la primera siembra del año, la tierra está en un momento fértil y dispuesta a dar vida a sus hijos. 


Ritual de Ostara:

El caldero puede ser llenado con agua y flores. Pon en el altar una planta (viva, en una maceta, elige la que quieras), ya que esta te servirá durante el ritual.

También necesitarás unos huevos cocidos y pinturas para decorarlos. Por último, necesitarás una maceta con tierra y unas semillas de la planta o flor de tu preferencia.

Colócate frente al altar mirando a la planta y di:

"Gran Diosa, te has liberado de la helada prisión del invierno, Ahora está el verdor, cuando la fragancia de las flores es arrastrada por la brisa. Éste es el comienzo, la vida se renueva por tu magia. Diosa de la tierra. El Dios se extiende y eleva, entusiasmado por la juventud y la promesa del verano."

Toca la planta, conéctate con ella y sus energías, con tu mano izquierda (que es la mano receptiva), siente su energía. Explora su naturaleza interior, siente los milagrosos procesos de la vida que operan dentro de ella. Después de un rato de conectarte con la planta di:

Camino por la tierra en amistad, no en dominación. Diosa madre y Dios padre, transmitan dentro de mi, a través de esta planta, un calor para todas las cosas vivientes. 
Enseñenme a venerar la tierra y todos sus tesoros.

Medita sobre el cambio de las estaciones, Siente el despertar de la energía a tu alrededor en la tierra. Toma las semillas y sujétalas entre tus manos, transmitiéndole tu energía, concéntrate, te puedes todo el tiempo que necesites.

“Deposita” en ellas todos tus proyectos nuevos, cosas que deseas iniciar, planes y demás, visualiza como las semillas se cargan de energía y contienen tus proyectos.

Toma tu varita y haz un surco en la maceta con diciendo:

Que el poder de la vara, haga que la semilla encuentre el surco

Deposita las semillas en la maceta mientras dices:

Este es un periodo de alegría y un tiempo de plantación. Coloco esta semilla en el
vientre de la tierra. Que se pueda convertir en una parte de ella, en una parte de
la vida y en una parte de mí.

Cuida esta planta, abónala, dale cariño, mírala crecer de la misma manera que crecen tus proyectos. A continuación puedes decorar los huevos de Ostara, la manera de hacerlo depende de ti, puedes usar runas, pentagramas o simplemente colores . Concéntrate en su significado y en la persona que lo recibirá. Si bien esto se puede hacer sin necesidad de estar dentro del círculo, o incluso se puede hacer antes para decorar el altar, a mi me gusta hacerlo dentro del círculo, pues la energía está concentrada en ese momento. Y siento que le da un “plus” a estos obsequios. Después de esto, pueden seguir los trabajos mágicos, si se requieren.

Correspondencias de Ostara:

Inciensos: Benjuí, violeta, rosa, jazmín.
Colores: Rosa, verde claro, amarillo.
Bebidas: Vino, jugos de frutas y té herbal.
Hierbas: Narciso, Asperilla, Violeta, Aulaga, Olivo, Peonia, Lirio, Narciso, ompón y todas las flores de primavera.
Comida: Comidas preparadas con semillas de girasol, brotes de verduras hojosas o platos perorados con flores.
Tradiciones: Decorar y regalar huevos de Ostara, caminar en algún bosque o parque para conectarte con la naturaleza que está despertando, trabaja o planta tu jardín mágico, aprende y experimenta todo lo que tenga que ver con las hierbas, infusiones, propiedades mágicas, etc.

Como señala Robert Graves, “el sol se arma a sí mismo en el equinoccio de primavera.” La oscuridad y la luz se encuentran en equilibrio, pero la luz va dominando a la oscuridad."

Básicamente, se trata de una festividad solar nueva en la Vieja Religión de la Europa celta y teutónica. Aunque la influencia teutónica, “los invasores del solsticio”, según Margaret Murray, añadieron Yule y el solsticio estival a los cuatro grandes sabbats
de los bucólicos celtas, la nueva síntesis adoptó de momento sólo seis festivales. “Lqs equinoccios” , dice Murray, “nunca se celebraron en Britania”.
Sin embargo, los equinoccios están ahora incuestionablemente con nosotros. Los paganos actuales, casi universalmente, celebran los ocho festivales y a nadie se le ocurre sugerir que los dos equinoccios sean una novedad inventada por Gerald Gardner o por los románticos del renacimiento druídico.

Forman parte de la tradición pagana que ha llegado hasta nuestros días, aunque sus semillas aparecieron en el Mediterráneo y germinaron en el terreno de los siglos oscuros junto con otros muchos elementos fructíferos. (Los puristas wiccanianos, que rechazan todo lo que proviene de la Grecia clásica o Roma, del antiguo Egipto, de la ( ‘abala hebrea o de la AracLia toscana, deberían dejar de celebrar los equinoccios.) La importación de estas ideas supone siempre un proceso complejo. Por ejemplo, el conocimiento folclórico del equinoccio de la primavera en las Islas Británicas tuvo que venir de la mano de la Pascua cristiana entre los frutos paganos mediterráneos de su equipaje.

La principal dificultad a la que se enfrentan los adeptos a la brujería a la hora de decidir cómo celebrar el sabbat del equinoccio de la primavera no estriba en que las reminiscencias “extranjeras” sean de hecho extrañas a las nativas, sino que se superponen entre sí expresando temas que desde hacía mucho tiempo ya estaban vinculadas a los sabbats nativos más antiguos. Por ejemplo, el tema del coito sacrificial en las tierras mediterráneas tiene fuertes vínculos con el equinoccio de la primavera.

La siniestra festividad de la diosa frigia Cibeles (o Cíbele), que señalaba la autocastración, muerte y resurrección de su hijo/amante Atis y que sus fieles celebraban castrándose ellos mismos para convertirse en sus sacerdotes, se celebraba del 22 al 25 de marzo. En Roma, estos ritos se celebraban exactamente donde hoy se encuentra la plaza de San I ‘edro en la ciudad del Vaticano. De hecho, en los lugares donde se rendía culto a Atis, los cristianos locales solían celebrar la muerte y resurrección de Jesucristo en la misma fecha; y tanto los paganos como los cristianos disputaron amargamente sobre cual de sus dioses era el verdadero prototipo y cual la imitación. Basándose en la cronología no debería haber habido disputa alguna, porque Atis vivió en Frigia muchos siglos antes que Jesucristo, aunque los cristianos esgrimían el incontestable argumento de que para engañar a la humanidad el demonio simulo astutamente falsos advenimientos anteriores al verdadero.

La Pascua —la muerte voluntaria de Jesús, su descenso al infierno y posterior resurrección— puede considerarse como la versión cristiana del tema del coito sacrificial, pues el “infierno” es la visión del monoteísmo patriarcal del inconsciente colectivo, el temible aspecto femenino, la diosa, en el que se sumerge el dios sacrificado como preludio necesario al renacimiento. La “Terrible experiencia del Infierno” de Cristo, como se la describe en el Evangelio apócrifo de Nicodemo, implicaba el rescate de las almas de los justos que a partir de Adán en adelante “cayeron dormidos desde el comienzo del mundo” y su ascensión al cielo. Despojado de su dogma teológico, esto pude tener un significado positivo, la reintegración de los tesoros sepultados del inconsciente (‘el don de la diosa’) a la luz de la conciencia analítica (‘el don del Dios’).

En tiempos preclásicos y clásicos, la primavera fue una estación especial en que se celebraba una forma de coito sacrificial más amable y positiva que la que supuso el culto de Atis: el Hieros gamos, o matrimonio sagrado. La mujer se identificaba en sí misma con la diosa mientras el hombre entraba en contacto con ella a través de la mujer y entregaba su masculinidad sin destruirla, tras lo cual emergía de la experiencia espiritualmente revitalizado. El Gran Rito, ya sea simbólico o real, es obviamente el hieros gamos de las brujas; y entonces, como ahora, chocaba a mucha gente que no lo comprendían.
Pero en el norte, donde la primavera llega más tarde, estos aspectos pertenecían en realidad a Bealtaine en lugar de a un inadvertido equinoccio; y es en Bealtaine, como se verá más adelante, donde hemos situado nuestro correspondiente ritual de la ‘Caza de Amor’. Quizá sea significativo que la Pascua (debido al complejo método lunar para fecharla) refleja esta superposición al caer en una fecha posterior al equinoccio y anterior a Bealtaine. Por cierto que la Pascua2 recibe ese nombre de la diosa teutónica Eostre que, a su vez, probablemente sea otra variante de Ishtar, Astarte y Aset (siendo‘Isis’ la forma griega del verdadero nombre egipcio), y los ritos primaverales de Eostre se parecían a los de la babilónica Ishtar. ¡Otra parte del ‘equipaje’ pagano!

Si en lo que respecta a la fertilidad humana el equinoccio de la primavera debe inclinarse hacia Bealtaine, también puede retener el aspecto de la fertilidad vegetal, por mucho que en el norte señale un periodo diferente. En el Mediterráneo, el equinoccio es tiempo de germinación; en el norte, de siembra. Como fiesta solar, además, debe compartir con los grandes sabbats el eterno tema del fuego y la luz, que ha sobrevivido con fuerza en el folclore de Pascua. En muchos lugares de Europa, sobre todo en Alemania, el sumo sacerdote proporciona el fuego que enciende las hogueras de Pascua en las cimas de colinas tradicionales, a menudo conocidas localmente como ‘Montañas de Pascua”.

La creencia dice que mientras brille la luz la tierra será fructífera y los hogares estarán seguros. Como siempre, la gente salta y se obliga al ganado a pasar por encima de las ascuas.

El Libro de las Sombras dice que en esta fiesta “el símbolo de la
Rueda deberá colocarse sobre el altar, flanqueado por velas encendidas o alguna forma de fuego.” Así, asumiendo que se trata de uno de los elementos genuinos tradicionales que Gardner recogió, podemos entender que al absorber los equinoccios ‘no nativos’ en su calendario, las brujas británicas utilizaron el mismo símbolo de la rueda de fuego que también aparece en muchas costumbres folclóricas estivales por toda Europa.

Una prueba de que la rueda de fuego solar es una genuina tradición equinoccial y no un mero relleno de Gardner puede encontrarse en la costumbre de llevar trébol el día de San Patricio, que cae el 17 de marzo.
Según la explicación usual, el trébol se convirtió en el emblema nacional irlandés porque San Patricio utilizó un día su forma de tres hojas para ilustrar la doctrina de la trinidad. Pero el Oxford English Dictionary dice que se trata de una tradición ‘tardía’, y, de hecho, la primera referencia impresa al respecto se encuentra en una obra sobre botánica del siglo XVIII. Y el Irish-English Dictionary de Dinneen, al definir seamróg dice que su uso como emblema nacional de Irlanda (e, incidentalmente también de Hanover, territorio oriundo de los “invasores del solsticio”) es posiblemente “una reliquia del trignetra, una rueda o símbolo solar cristianizado”, y añade que la variedad de cuatro hojas “se cree que trae buena suerte, en relación con un signo primitivo apotropaico encerrado en un círculo (símbolo solar o de la rueda)” .

El trébol del día de San Patricio ha quedado identificado en su
imagen por el trifolio amarillo menor (Trifolium dubius o minus), pero en los días de Shakespeare ‘shamrock’ (trébol) se refería a la aleluya (Oxalis acetosella), y Dinneen define seamróg como “un trébol, trifolio, un racimo de hierba verde” . El Complete Herbal de Culpeper dice “Todas las aleluyas están bajo el dominio de Venus.”
Así pues, la insignia primaveral de tres hojas verdes que se lleva en el ojal de la solapa en el equinoccio irlandés nos retrotrae no sólo al dios sol sino también, a través del criterio actual de la trinidad, a la triple diosa. (Artemis, la triple diosa griega de la luna, alimentaba sus ciervas con trifolios.)
Y en cuanto a la buena suerte de los ejemplares de cuatro hojas,
cualquier psicólogo jungiano (¡y los Señores de las Atalayas!) le dirán que el círculo dividido en cuatro partes es un símbolo arquetípico de equilibrio y totalidad. La rueda de fuego solar, la cruz celta, el trébol de cuatro hojas, el círculo mágico con sus cuatro velas cardinales, el jeroglífico egipcio niewt que significa‘ciudad’, el bollo en forma de cruz de Pascua, la basílica bizantina, todos llevan el mismo mensaje inmemorial, mucho más antiguo que el cristianismo.

El huevo de Pascua, asimismo, es precristiano. Se trata del Huevo del Mundo, puesto por la diosa y abierto por el calor del dios sol; “y la incubación del mundo se celebraba cada año en la festividad primaveral del Sol” (Graves, La Diosa Blanca, pp 248-9). Originalmente era un huevo de serpiente, y el caduceo de Hermes lleva dos serpientes copulando, el dios y la diosa, que lo producen. Pero bajo la influencia de los misterios órficos, como señala Graves, “desde que el gallo fue el pájaro órfico de la resurrección, consagrado al hijo de Apolo Esculapio el sanador, los huevos de gallina sustituyeron a los de serpiente en los posteriores misterios druídicos y se pintaron de rojo en honor del sol; y se convirtieron en huevos de Pascua.” (Huevos cocidos en una infusión de tojo y decorados eran echados a rodar por las laderas de las colinas en Irlanda el lunes de Pascua.)

Stewart escribió en WhatWitches Do: “El equinoccio de primavera es obviamente una ocasión para decorar la  habitación con narcisos y otras flores de primavera, y también para honrar a una de las mujeres más jóvenes nombrándola la Reina de Primavera del conventículo, enviándola después a casa con un ramo de flores.” Nosotros hemos conservado esta agradable costumbre.

Fragmento sobre Ostara extraído del libro: La Biblia de las Brujas. Los ocho sabbats de las brujas. Janet 


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